Existe un malentendido a propósito de John Ashbery. Al estadounidense, probablemente el poeta vivo más influyente y controvertido en lengua inglesa, se le vine tachando, desde hace ya varios años y varios libros, de poeta difícil, elitistao aburrido. Pocas cosas más alejadas de la verdad. Puede que no sea sencillo, que se entregue al verso libre y a los juegos de palabras, o que la rima no signifique nada para él. Pero nada de eso impide paladear, casi con alegría infantil versos como "Qué emoción da/cuando la luna se alza sobre el monte/ y ya has dejado atrás la relación con alguién/iracundo y voluble, la única persona que has amado". 
Ashbery, tiene el don de llamar a las cosas por su nombre, algo que sólo se disfruta sino que se agradece como ejercicio de honestidad intelectual. Y este Por dónde vagaré, no hace sino ahondar en esta vía. Caso extraño el de Ashbery, quien no deja de superarse a cada entrega.
Ashbery, tiene el don de llamar a las cosas por su nombre, algo que sólo se disfruta sino que se agradece como ejercicio de honestidad intelectual. Y este Por dónde vagaré, no hace sino ahondar en esta vía. Caso extraño el de Ashbery, quien no deja de superarse a cada entrega.
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