Enfermiza, bisexual y con un ingenio sobresaliente y precoz
Carson McCullers ha sido una de las escritoras más notables de EEUU.
Coincidiendo con el 40 aniversario de su muierte, se publican varios escritos inéditos.
McCullers sólo vivió cincuenta años. Sin emgargo se aferró a ellos con uñas y dientes, para amar y escribir con pasión. Poco antes de morir, dictó en su biografía
Iluminación y fulgor nocturno: " El trabajo y el amor han llenado casi poor completo mi vida, a Dios gracias. El trabajo no siempre ha sido fácil; cabe añadir que el amor tampoco". Como sacada de una de sus propias novelas, su historia fue trágica, marcada por los continuos achaques de la enfermedad y por su desastroso matrimonio con un hombre bisexual - como ella. y alcohólico, que terminó su pesarosa existencia con un frasco de pastillas. Carson lo cuenta en sus memorias, con el mismo tono, mezcla de drama, comedia y supersticiones sureñas, que aplica a sus personajes. No en vano, ella misma renonoció en una ocasión "Todo lo que sucede en mis relatos, me ha sudecido o me sucederá".
Lula Carsob McCullers nació el 19 de febrero de 1917 em Colombus, Georgia. Cuenta su madre Vera que enseguida supo que su hija llegaría a ser famosa, grasicas a unas señales "inequivocas" que recibió durante el embarazo. Su pronóstico quedó confirmado al revelarse el talento temprano de Carson para el piano, a los nueve años. Carson se aplicó en el instrumento tenacidad hasta que, tras una fiebre reumática en 1932, decidió cambiar el tecaldo del piano por el de la máquina de escribir. De sus años de aprendizaje muscial sacaría fecundas experiencias que le sirvieron posteriormente para su trabajo. Su primer relato publicado
Wumderkind, cuenta la historia de una joven pianista que contempla con horror cómo su futuro de niña prodigio se le escurre entre los mismos dedos que antes tanto prometian.
La afectuosa relacción con su profesora de piano,
Mary Tucker y su marido el corone Albert S.J., también fue utilizada por Carson para germinar su novela
Frankie y la boda, llevada al cine y al teatro con gran éxito. El obsesivo sentimiento de abandono que la mudanza del matrimono a Maryland, provocó en la joven resultó muy fecundo. Y es que la soledad, con el reverso del amor, es uno de sus temas más recurrentes.Un amor intenso, que redime y que condena. Un amor motivado, en muchas ocasiones, por el sujeto más inesperado e inadecuado: un vil jorobado, un sordomudo, una mentirosa compulsiva o, incluso, una boda son objeto de un sentimiento que lleva al enamorado por los caminos más tortuosos.
Un amor como el vivido por la propia Carson con su marido
Reeves McCullers, al que conoció a los 18 años y del que tomó su apellido de escritora. "La primera vez que lo vi sufrí una conmoción, la conmoción de la belleza pura; era el hombre más apuesto que había visto en mi vida". Al año siguiente, se prometió al joven militar. "Les dije a mis padres que no deseaba casarme sin haber tenido antes una experiencia sexual con él, pues ¿cómo podía saber si me gustaría o no estar casada? (...)Leer a
Isadora Duncan y
El amante de Lady Chetterley era una cosa y la experiencia persona, otra" escribió.
Aquella noche no resultó " como en D.H. Lawrence. No hubo grandes excesos ni luces de colores". A pesar de todo, se casó con él, ese mismo año. Los primeros tiempos fueron bién. Carson trabajaba en su primera novela,
El mudo , y el matrimonio era pobre pero feliz. Años más tarde Carson se lamentaría. "De vez en cuando, ´el bebía whisky.Pero, no, yo nunca reconocí la cualidad perdiad de
Reeves McCullan hasta que fue demasiado tarde para salvarle a él y salvarme yo."
Finalmente, en 1940, Carson publica
El mudo rebautizada por su editor como
El corazón es un cazador solitario. Narra la historia de un sordomudo rodeado de marginados que acuden a él en busca de consuelo. De nuevo, soledad y amor. La novela sorprendió rápidamente a la crítica por la originalidad y juventud de la escritora, que había sido capaz de alumbar una obra maestra, a la edad en la que muchos comtemporáneos todavía se dedicaban a copiar a sus predecesores.
El corazón es un cazador solitario también demostró que no es necesario renunciar a la sensibilidad fémenina para alcanzar la excelencia literaria.